Policiales
Atentado
“Tenemos que parar a estos torturadores”

Página 12
Una docente del CEC 801 de Moreno fue secuestrada, golpeada, introducida en
el baúl de un auto, donde las tres personas que la atacaron le escribieron en
el abdomen, con un punzón, en un claro acto de tortura: “Ollas no”. La leyenda
alude al trabajo que vienen realizando los docentes, en esa escuela, para dar
de comer a los alumnos y realizar en las plazas del barrio clases al aire libre
porque los colegios de la zona están cerrados en repudio a la muerte Sandra
Calamano y Rubén Rodríguez. Antes del secuestro de la docente, en la escuela se
habían recibido amenazas de muerte, una de ellas señalando que los educadores
que participan de las actividades iban a aparecer en el cementerio de Moreno. A
Corina de Bonis, le pusieron una bolsa en la cabeza para que no pudiera
identificar a sus captores, informó anoche en conferencia de prensa el Suteba,
encabezado por su titular, Roberto Baradel. “Tenemos que parar a estos
torturadores”, advirtió.
La mujer, acompañada por su esposo, sigue internada en el Hospital de
Moreno y hoy se realizará una marcha para repudiar el hecho. La gobernadora
María Eugenia Vidal repudió el hecho y dijo que se cruzó “un límite”.
El ataque a de Bonis ocurrió a las 5 de la tarde, en pleno día, cuando ella
se dirigía a su domicilio. Otras dos docentes de la zonas recibieron amenazas
durante toda la semana.
Baradel, acompañado por cerca de treinta docentes y dirigentes del gremio,
denunció que se trató de “un hecho gravísimo ocurrido en democracia” y señaló
que se había comunicado con el ministro de Seguridad de la provincia, Cristian
Ritondo, y con el ministro de Educación, Gabriel Sánchez Zinny, a quienes hizo
“responsables por la seguridad de todos los maestros” de la localidad de
Moreno. Sánchez Zinny, consultado por PáginaI12 sobre la agresión sufrida por
la docente, respondió: “Nosotros repudiamos el hecho, que es un disparate
total”. El ministro dijo que se puso en contacto con el responsable de
Seguridad, Cristian Ritondo, y comentó que “la inspectora en Psicología de la
provincia está acompañandola a ella y a su familia, para acompañarlos a hacer
la denuncia ante la Fiscalía”. Insistió en que lo ocurrido “es una barbaridad,
es un hecho delictivo”, a la vez que informó que por el momento “no hay
hipótesis” sobre los posibles responsables del hecho.
Baradel informó, en la sede del Suteba, en Piedras al 700, “le pusieron una
bolsa en la cabeza y, con un punzón, escribieron sobre su panza ‘ollas no’”.
Corina de Bonis, es una docente del Centro Educativo Complementario del barrio
Villa Anita que participaba de la olla popular organizada por la institución
que funcionó hasta la semana pasada, cuando los docentes decidieron levantar la
iniciativa por repetidas amenazas. En Moreno, por la explosión de la escuela 49
que visibilizó el deplorable estado edilicio de los establecimientos educativos
bonaerenses, las clases continúan suspendidas. Al igual que sucede en otras
escuelas de la zona, en el Centro Educativo Complementario 801, del barrio
Villa Anita, las familias y docentes organizaron una olla popular para no
cortar el servicio de comedor, que para muchos niños es la única comida del
día.
Como el CEC tiene el gas cortado, debido a pérdidas en el servicio, recibía
por parte del gobierno una vianda fría: un sándwich de jamón y queso y una
fruta. “Los chicos necesitan comer bien. Entonces empezamos a armar una olla
popular con donaciones de maestros, familiares, comercios y organizaciones ATE
y Suteba”, informó Leila Mendel Revilla, directora del Centro, quien detalló que
además de las pérdidas de gas sufren derrumbes de pozos y rajaduras
estructurales, entre otras problemáticas. Al Centro, que es una institución de
la modalidad de Psicología, asisten chicos que vienen en contraturno, ya sea
por cuestiones laborales de los padres o por problemas de aprendizaje de los
alumnos. Se ven los mismos temas que en la escuela normal, “pero abarcados
desde distintas modalidades. Acá hacemos talleres y propuestas más lúdicas para
aprender”, detalló la directora.
Sin embargo, lo que comenzó como una iniciativa solidaria terminó en una
pesadilla. El 22 de agosto pasado, los docentes del CEC recibieron una amenaza
telefónica, en la que les advirtieron “que se dejen de joder con las ollas”. El
llamado, atendido por una docente, fue denunciado a la UFI N°7.
Los docentes decidieron continuar con la iniciativa popular pero 6 días
después recibieron una nueva amenaza. “Nos pasaron un papel por debajo de la
puerta que decía ‘Siguen ustedes’. Al principio no entendíamos, pero cuando
salimos del CEC vimos que había tres autos rayados, que pertenecían a docentes
del CEC. Pese a esto, decidimos seguir”, relató la directora.
El miércoles de la semana pasada, sin embargo, llegó una tercera amenaza,
de mayor violencia aún, que convenció a las docentes de levantar la olla
popular. “En el parabrisas de uno de los autos dejaron un papel que decía ‘La
próxima olla es en Roldán y Güemes. No todas tienen auto’. Esa es la dirección
del cementerio, así que esto nos terminó de partir. Nos dio mucho miedo porque
la amenaza era bastante concreta. Y en una asamblea docente decidimos no
continuar con la olla”, explicó Mendel Revilla.
Según denunció la directora, otras escuelas de la zona también fueron
amenazadas. Incluso, en la zona se hizo una panfleteada con carteles que decían
“Vuelvan a dar clases” y “No hagan política”.
Desde la primera amenaza, el CEC 801 venía solicitando al Servicio
Alimentario coordinado por la Dirección de Consejos Escolares una vianda más
elaborada. “Recién después de la tercer amenaza nos enviaron una vianda mejor,
que consiste en dos empanadas y una fruta. Pero las familias se organizaron y
decidieron continuar con la olla, en una calle a tres cuadras del CEC, donde
vive una de las madres”, contó la directora.
Se trata de un grupo de 10 madres que consideran que la nueva vianda
también es muy pobre, no alcanza para alimentar correctamente a un niño. “Esas
amenazas que recibieron en el CEC son políticas. No quieren que se muestre el
hambre que tenemos. Pero el hambre existe, así que decidimos continuar. A la
mañana damos desayuno, al mediodía almuerzo. Y ayer también dimos la merienda”,
contó una mamá que organiza la olla.
La sorpresa, para ellas, es que no fueron únicamente niños los que se
acercaron a comer. “Vinieron vecinos también. Y eso es algo que no nos
esperábamos. Es gente que precisa mucho, que no tiene para comer. Acá hay mucha
necesidad”, explicó. “Incluso apareció un hombre para ver si le podíamos
conseguir zapatillas de su número. Y apareció una mujer a denunciar un caso de
violencia de género. No nos esperábamos todo esto”, agregó.
La olla es organizada con las donaciones que habían sido recibidas por el CEC en los últimos días. “Contamos con el día a día, no sabemos hasta cuándo nos va a alcanzar. Hay días que entre las madres juntamos plata para comprar un poco de carne picada. Ayer hicimos guiso de lentejas y raspamos la olla, no nos sobró nada. Y le dimos de comer a más de 60 personas, que ambién se llevaron para sus familiares”, contó la madre, quien aclaró que deben cocinar a leña, porque no cuentan con mechero. “Nosotras apoyamos la decisión de los docentes de no continuar con las clases. Yo quiero que a mi hija me la entreguen viva, no en un cajón. Esto es culpa de los políticos, porque Moreno es tierra de nadie, nos tienen abandonados”, concluyó.